domingo, 17 de agosto de 2014

Poema a la amiga


Poema a la amiga

Eres tan mía amiga que mis sueños te sueñan
y amplían sus anhelos al verte suspirar;
pero esos suspiros leves no llegan a mi alma
se van tristes por otro, otro que sueles mirar.

Eres tan mía amiga, tan dueña de mi vida,
de mi hondo sentimiento eres dueña mi amor;
aunque en el silencio secreto de mi alma
esta guardado amiga este amor, este amor.

Eres mía: el crepúsculo que aguarda en el sendero,
el ocaso que baña de belleza el atardecer,
en mi mirada eres como un ave en el cielo
retozando en la nubes de alegría y placer.

Eres mía lo sé, aunque sueñas por otro,
aunque otro es quien tiene apresado tus besos,
aunque otro es quien haga que suspires de anhelo,
aunque otro es quien robe de tus noches tus sueños.

Eres mía lo sé, y lo sabe mi alma
cuando en tus tristezas te hace sonreír
y saca de tus ojos un brillo de esperanza,
aunque esa esperanza se muera para mí.

Ay, sin tan solo supieras de este amor que te tengo,
de este gran sentimiento que yo siento por ti,
del sin fin de quimeras que creo al ver tu rostro,
de este sueño bonito que yo sueño por ti.

De seguro mi amiga tus besos fueran míos,
tus caricias, tus noches, tus sueños, tus desvelos,
tus suspiros, tus goces, tus momentos, tu tiempo
y sobre todo tu amor, tus antojos y anhelos.

Si tan solo supieras que te amo y venero,
que eres para mi vida ese amor infinito,
de seguro esos ojos vieran este sendero,
vieras mi alma mi amiga y hasta vivieras conmigo.

viernes, 15 de agosto de 2014

Canción del sueño


Canción del sueño 

Soñaba que era un pájaro y volaba
alrededor del mar y un cielo azul,
soñaba que era un ave y que palpaba
la cúspide de un hermoso abedul.

Soñaba que era un hombre enriquecido
y daba pan aquel que me dio vino,
soñaba que en mi sueño enloquecido
yo era aquel sabio aviso en el camino,

guiaba el paso del hombre perdido.
Soñaba ser pastor de un gran rebaño
en un campo divino y colorido
donde no existía el amargo engaño,

todo era paz, dulzura y alegría.
Soñaba que volaba y era el dueño
del mar, el cielo, la noche y el día.
Soñaba que era libre en ese sueño.

Ámame ahora


Ámame ahora

Ámame mi amor, con tu sutil fragancia,
impregna tu aroma en mi corazón,
sacia mi sed con tu dulce pasión,
hazme sentir tus besos en mi estancia.

Ámame ahora como la última instancia.
Lentamente perderé la razón,
con tus caricias, llena de ilusión
este vacío ya sin importancia.

Ámame mi amada y dame tu sendero,
yo anclaré el navío en tu recio andén
y reclamaré por tu amor bonito.

Ámame amor y hazme sentir el primero,
yo te daré la primicia también
y te amaré con mi amor infinito.

Si estuvieras conmigo


Si estuvieras conmigo

Qué lindo seria si estuvieras conmigo
aquí mirando el cielo y su dulce esplendor,
oler el fresco aroma, ese aroma a trigo,
y ver el sol brillante y su resplandor.

Qué bonito sería, mujer que extraño en vano,
que estuvieras conmigo en este aciago camino,
y no estuviera solo, sino aferrado a tu mano,
qué bonito sería si compartiéramos destinos.

Pero es lúgubre todo, triste es esta tarde
porque te encuentro ausente en este día
y tu recuerdo ahoga mi corazón y arde...
Mujer si estuvieras conmigo... qué bonito sería.

Canción del recuerdo


Canción del recuerdo

Qué puedo recordar de aquel adiós.
Mucha gente, un gran silencio, un triste sol,
una corriente de brisa fría sobre mi cuerpo
estremecido, en ese instante de sinsabor

acongojado bajo una tarde sin regreso,
bajo un gran cielo y su esplendor.
Qué puedo recordar; un árbol triste, un loco beso,
una guitarra ahogando una canción de desamor.

Qué puedo recordar, si fuiste breve,
fuiste una tarde que a noche oscura se convirtió.
Fuiste en mi vida aquella racha de brisa leve
que en mi memoria dejo un adiós.

Eso recuerdo, ya se alejado de mi pupila tu reflejo,
tu paso andante, tu paso ausente ya se marchó
y sólo queda, no queda nada, pues ya estoy viejo
y desde cuando este cariño se terminó.

Bésame


Bésame

Bésame la boca con tus dulces besos,
besos infinitos de dos niños traviesos,
dos niños que juegan en su candidez.
Bésame los labios una y otra vez.

Bésame sin miedo, sin pena alguna,
que como tus besos no los da ninguna.
Abriré mi boca y esperaré el caudal
que rebosa en ti, dulce manantial.


Déjame tu aroma impregnado en la piel,
déjame tus besos dulces como miel,
tatuados en mis labios que se embelesan
cuando con pasión loca tus labios me besan.

Bésame mi amor, que no importe el mundo
cuando estemos juntos con este amor profundo.
Bésame mi amada que somos dos niños
cándidos y alegres, llenos de cariño.

Te quiero como nadie te ha querido


Te quiero como nadie te ha querido

Te quiero como nadie te ha querido...
del tibio aroma de esta tarde sola,
de la amapola, del agua, del florido
corazón y sobre aquella caracola.

Te quiero con sabor y sinsabores,
donde habitas y no estás también te quiero,
allí donde renacen tiernas flores
para iluminar mi mundo entero.

Te quiero como nadie quiso jamás
desde un cielo, un blancor y un delirio,
y aunque sé que no te puedo querer más,
te quiero como nadie te ha querido.

Sólo tú y yo seremos


Sólo tú y yo seremos

Ansío tu semblante, mujer a ti te ansío.
Lléname de tu gozo, de tu ternura inmersa.
Ámame gota a gota como lluvia de enero,
vierte en mí tu esencia magistral de sosiego.


Ámame niña hermosa, que yo te amo entera.
Ansía este fulgor, este volcán crujiente.
Anida en el crepúsculo nupcial de mi embeleso
derramando tu pasión, tu néctar beso a beso.


Rompe las cadenas que atan nuestro navío
y piérdete en silencio conmigo a la deriva.
Nadie sabrá de nosotros, sólo tú y yo seremos...

Ven conmigo esta noche, y naveguemos juntos
bajo el sereno nocturno como dos locos perdidos.


Siente el mar bravío, el fuego, la luna,
y ansía amada mía este cuerpo agitado,
trémulo, venturoso, perdido y agotado.
Ansía este silencio, tan tuyo y tan mío.



Lléname de tu edén y llévame hasta el infierno,
ámame linda rosa, muéstrame tu camino,
y caminemos juntos por el camino recto...
Nadie sabrá de nosotros, nadie sabrá el secreto
de estás dos almas gemelas, perdidas, taciturnas
en un firmamento enorme y en un tiempo perfecto.
Ámame amada mía, sólo tú y yo seremos.

Canción enamorada


Canción enamorada

Te amo con delirio y embeleso,
con ganas de comerte en cada beso.
Con frenesí tan puro, con fulgor,
con un desliz llamado loco amor.

Te amo cuando suave me acaricias,
cuando te alejas y haces que te extrañe,
cuando rocías con tu sed la brisa
y haces que el espejo en mí se empañe.

Cuando tus besos puros me consienten
y prenden en mi cuerpo llamaradas,
cuando se juntan nuestras dos miradas
y hacen de estos ríos una sola fuente.

Te amo cuando prendes en mi alma
lo que nadie prendió nunca jamás.
Cuando una palabra basta y me calma,
en ese instante es cuando te amo más.

Versos a la desconocida


Versos a la desconocida
Juntos a la deriva un día navegamos
en un mar sereno y una noche fría.
Sus labios sus besos no negaron.
Tu albor y tus caricias fueron mías.

Usted, mi dama, mi embeleso,
viajó feliz conmigo por el mundo.
Su pócima fragante fue su beso,
hizo perderme por el cielo en un segundo.

Usted prendió en mí una llamarada
con su fulgor mi cuerpo lo estremeció,
una palabra, un beso, una mirada,
eso basto... y entonces todo ardió.

Mi dama, mi dulce compañera,
usted que no la nombro en mi versar,
fue una fresca melodía mañanera.
Usted hizo mi cuerpo tiritar.

Yo la amé con cierta demasía
con el delirio innato del amor.
Como una fiera se entrego aquel día
a este caballero que la amo.

Usted, que no la nombro, sólo a usted
van estos versos, amante desconocida.
Aun sigo rendido a su merced
porque contigo se me fue la vida.

Usted, que no la nombro porque la pierdo...
dejo en mi pensamiento su ceniza,
y cabe recalcar que su recuerdo
a veces llega fresco con la brisa.

Ahora viajo solo a la deriva;
juro que no podré olvidar su voz,
fuimos amantes, dos locos entregados
a una pasión, un beso y un adiós.

Décimas de un poeta


Décimas de un poeta

Muchas veces encantado
por el mar y el cielo justo
pinto verde aquel arbusto
y me quedo embelesado.
Me gusta quedar pasmado
al ver una enredadera
que se cuelga de la pera
sin dejarla respirar;
y me gusta divisar
una loca primavera.

A veces quedo perplejo
al ver unos tiernos ojos
que suavizan mis antojos
al mirarme en su reflejo.
Muchas veces el espejo
de la laguna me adsorbe
y siento una paz enorme,
vuelo como ave en el cielo.
Del camino quito el hielo
para que nunca me estorbe.


Caballero enamorado,
bohemio de corazón,
pierdo siempre la razón
si una dama esta a mi lado.
Así es el enamorado;
dibuja con gran fervor,
a las cosas da color,
crea sus propios matices
en las escalas de grises,
o en la escala del amor.

Para mi el amor lo es todo
es la palabra, la risa,
es la llanura y la brisa,
es el después sin un modo.
Es el soberano codo
que guarda tu distracción,
es un dulce corazón
pintado de fe y sosiego.
Para mi y no lo niego:
el amor es mi razón.

Canción para una poetisa


Canción para una poetisa


Se impregna en mí
y me socava...
una mirada
un vendaval.
Es una espina
y es como un beso,
un embeleso,
es una hoguera,
tu enredadera
en mí es todo eso

Se impregna en mí
tus ojos verdes,
claros, radiantes,
un cielo enorme,
un sueño, un mar.
Eres la fiera
dulce y caliente,
eres la fuente
para mi hoguera

Eres todo eso
y mucho más.
Se impregna en mí
tu tierno amor,
ese fulgor
que me hipnotiza,
eres mi todo
y no habrá modo
para olvidarte 
mi poetisa.

jueves, 7 de agosto de 2014

He callado


He callado


He callado mil veces, mil veces he callado
este amor que me quema el alma con su fuego.
He callado, he sufrido, más no he superado
este silencio ausente que a todos se los niego.



Mi silencio es sublime, para todos es sigilo
taciturno y absorto como el de un mensajero
cuando lleva un mensaje para atar algún hilo
de aquel que sufre triste en su amargo destierro.



He callado en la sombra, he aguardado en el tiempo
y he sido como el ave cuando emprende su vuelo,
más no he logrado nada, pues ando en el destiempo
que me ciega y me adsorbe y nuevamente te anhelo.



Este letargo lúgubre se parece a las rosas
que miraron mi cielo y anidaron sus nubes
volando en su paisaje como las mariposas,
recuerdos sólo quedan. Amores que antes tuve.



He callado eso es cierto. Pero cuantas noches
grite tu nombre al viento y no me respondías
y en silencio canté diciendo mi reproche
caminado solitario, y la luna me veía.

Es cierto, mi silencio carcome mi palabra
y en el fondo de los mares lánguidos la sumergen.
Es cierto que el viento no hace que una puerta se abra,
pero tampoco la cierra, si ésta ya estaba abierta.



He callado mil veces oyendo una canción
y aquella melodía me entristece más,
he callado el latido de mi dulce corazón
que dice que te ama pero jamás lo sabrás.


Lo he callado todo, todo mujer que ansío.
Enloquecido y tonto poeta enamorado
que ha secado su mar para no enturbiar tu río

con estas palabras locas, que triste te he callado.

martes, 5 de agosto de 2014

Versos a las flores de mi jardín


Versos a las flores de mi jardín

Bañado de silencio se consume
el amarillo sol del mañana,
a su corto paso ya presume
auroras en la faz de mi ventana.

En el jardín las flores coloreadas
retozan con fulgor muy tiernamente,
el lirio acicalando alboreadas
sobre el tulipán alegremente.

El jazmín como un radiante sol
con su pureza brilla como el oro
y abraza sutilmente al girasol
para así cubrir su gran tesoro.

Todas mis niñas, bellas en demasía,
son el color que corre por mis venas,
un arcoiris pleno de alegría,
son la pureza de las azucenas.

Son estrellas que brillan en la tierra,
cándidas, felices, enamoradas.
Con sus rostros de ángel encierran 
sobre un portal cuentos de hadas.

Ellas son el deliro de la brisa,
son el dulce color de una amapola,
el alba que arraiga una sonrisa,
son el tenue sonido de una ola.

Son la magia inmensurable de la flor,
ellas navegan por un cielo sin fin:
mis flores las que cuido con amor,
las que amo, las que adoro, las de mi dulce jardín.

Versos al adiós del sol


Versos al adiós del sol

La tarde languidece en la pradera
ya muere el viejo sol cansado y triste
la noche a su costado lo desviste
de su belleza plena, de su hoguera.

Sus rayos desvanecen en la higuera
¡Qué soledad tan tenue la que viste!
Ninguna soledad como ésta existe
como la que da el sol cuando se fuera.

Y poco a poco el astro va muriendo,
se ahoga su pasión en el poniente
y se oscurece todo el universo.

Y yo, sentado en un sauce sonriendo
sollozo su partida, y felizmente
concluyo recitándole este verso:

La tarde languidece en la pradera
ya muere el viejo sol cansado y triste
la noche a su costado lo desviste
de su belleza plena, de su hoguera.

Soneto al apresurado tiempo


Soneto al apresurado tiempo


Es triste pero cierto, pasa el día
y la rutina vuelve a dar inicio,
y siento que me lanzo al precipicio
y junto a ella va la vida mía.

Se pierde de la piel la lozanía,
se pierde del amor algo ficticio
y todo lo que escribo es por oficio
pues suelo dedicarme a la poesía.

Es triste, pero qué se puede hacer,
el tiempo se nos va como va el viento,
las manos no lo pueden contener.

Nos queda sollozar con gran lamento
gotas que no se pueden esconder,
después de todo pasa aquel momento:

Es triste pero cierto, pasa el día
y la rutina vuelve a dar inicio,
y siento que me lanzo al precipicio
y junto a ella va la vida mía.

Tempranamente


Tempranamente

Tempranamente llegaste a mi vida,
una mañana fresca y desolada
donde la neblina ciega los ojos
y donde el dulce amor despierta el alma.


Mis ojos se plasmaron en los tuyos,
y fue tu luz como mil llamaradas,
los claveles abrieron sus capullos,
abrieron sus pestañas para amarte.

Abrí mi corazón para quererte,
tempranamente amé tu lozanía;
y fue testigo el cielo de ese amor.

Tu albor fue frenesí en mi crepúsculo,
otoño, primavera, ocaso, tiempo,

fue ese manto lleno de pasión.

Amarte así de pronto fue locura.
Tempranamente amé tu delirante
boca, que desprendía aquel sabor...

dulce sabor a miel como el almíbar.
Sí, llegaste a mi vida y me cegaste
mujer, que así de pronto te admiré.

Llegaste como flor de primavera
y fuiste aquella musa inspiradora.
Mi poesía dibujo en contrastes
tu rostro, tu mirada encantadora.

Te amé virgen mujer, tempranamente,
te abrí mi corazón y en el entraste,
llegaste tempranera a mi morada
y así, con frenesí también me amaste.

Versos a la tarde encantadora


Versos a la tarde encantadora

El atardecer se acerca y se siente
la brisa calurosa del ocaso
palpando los ramales a su paso
y refrescando el rostro de la gente.

Camino por la calle indiferente
y admiro aquel crepúsculo y acaso
como un loco delirio en el me abrazo
y quedo embelesado eternamente.

Este momento dulce me contagia
de esa divina luz de inspiración
y de un instante a otro me presagia

que alegre, y contento el corazón
prende la fantasía donde hay magia
y se embelesa de su gran pasión.

Se aleja poco a poco...
el astro ya se acuesta en el poniente
y yo, sigo marchando indiferente.

Versos al recuerdo de una dama


Versos al recuerdo de una dama
Recuerdo a una dama que solía
pintar con su sonrisa y su mirada
un gesto en mí, que no decía nada;
sólo con divisarla estremecía...

Beldad de ella brotaba en demasía,
su pelo era el caudal de una cascada,
su boca era la miel elaborada
en un templo con nombre de alegría.

Recuerdo su figura angelical;
perfecta dama de delirios plenos;
todo a tu alrededor enardecías.

Yo rebose de amor en tu caudal
y contemple erizados tus dos senos
que con pasión tan loca me ofrecías.

Recuerdo tú eras mía,
dama radiante de sutil quimera
que se entregaba sin pensar siquiera.

Estamos tú y yo


Estamos tú y yo

La noche es inmensa,
inmensa y solitaria,
de blancas perlas cobijando
la penumbra lánguida del firmamento.
Estamos tú y yo juntos,
como el susurro suave de la brisa
que lentamente levanta el polvo en la alameda.
Arrullados,en silencio, como dos fugitivos.

Truecan ventanas a lo lejos.
Bailan cuerpos desnudos
al compás del viento.

Trinchan las hojas.

Una tenue luz brilla como un candil
y se desliza suavemente
por la oscura y silenciosa calle.

Estamos tú y yo
bajo el manto pasional de la locura,
delirando, divagando en nuestras pieles
como si tuviésemos los dos en un desierto,
con sed, con mucha sed, con ansias de bebernos.

Agotada la luna se esconde
en la bruma gris del cielo.
Cantan los grillos,
pasean las luciérnagas,
chillan los murciélagos.

Y estamos tú y yo
desgarrándonos la piel
a punta de besos,
como si fuésemos bestias hambrientas.


Oh sí, la noche es inmensa,
inmensa y solitaria,
de aves negras, de viento, de terror,
de aquel cielo oscuro repleto de astros;
sin embargo, estamos tú y yo,
amándonos con pasión loca.
Dos trémulos cuerpos danzando
una melodía celestial llamada fuego.

Dos figuras trémulas descendiendo al infierno
para luego rebosar de éxtasis en el edén.


Oh sí, la noche es inmensa,
es inmensa e infinita,
y es nuestra noche
porque estamos tú y yo

juntos para siempre.

Soneto a la ansiada ninfa


Soneto a la ansiada ninfa

¡Oh, mi dulce ninfa que ahora ansío,
yo quisiera perderme en tu mirada
en el caudal azul de tu cascada
y en la corriente ardiente de tu río.

Como quisiera ser ese rocío
que cae dulcemente a tu morada
mojando aquella alfombra de la entrada
donde descansa un cauce tuyo y mío.

Dulce ninfa rebosas de belleza.
Eres el agua pura... Cual laguna
donde reposa el brillo de la luna,

eres de la cascada sutileza,
eres de aquel arroyo la proeza,
y eres para mi sueño dulce cuna.

Te ansío ninfa hermosa,
diosa de las aguas; musa suprema
para la inspiración de mi poema.

Versos de amor para mi amada


Versos de amor para mi amada

Más allá de la luna donde brillan los astros,
más allá del estruendo de aquella llamarada;
allí donde camina la luz sin dejar rastros...
Yo te amaré mi amada.

Más allá de aquel cielo azul y primoroso
donde la sombra habita y no se escucha nada,
allí donde está Dios, donde todo es hermoso,
yo te amaré mi amada.

Allí donde dormita la luz del arcoiris,
allí donde es más dulce la efímera mirada,
allí donde oscurece la noche: sutil iris;
yo te amaré mi amada.

Y si eso no basta para poder tenerte
y mi condena sea morir sin decir nada,
te juro amada mía, que más allá de la muerte,
yo te amaré mi amada.

Soneto a la propuesta de amor


Soneto a la propuesta de amor

 Qué tal si nos fundimos como ocaso
y vos sentís conmigo su fulgor,
y ante ese cielo azul y su esplendor
unimos nuestro amor con un abrazo;

y caminamos juntos, paso a paso,
sin importar el mundo y su dolor,
y nos amamos sin ningún temor
y derramamos la pasión del vaso.

Qué tal si eres mi cómplice esta tarde
y te aferras a mí, pues te confieso:
yo quiero ser crepúsculo en tu vida.

Ven a mí mujer, que nuestro fuego arde,
funde tu amor en mí con dulce beso,
siente mi extraña pasión en ti ungida.

Qué tal si nos amamos;
y tú, me entregas esa llamarada
que me presagia tu tierna mirada.

lunes, 4 de agosto de 2014

Soy pecador


Soy pecador


Soy pecador, que por amar recibe
la triste realidad de un castigo;
amar a una mujer me hizo testigo
de que el amor ajeno se prohíbe.

Mas, preso fui de aquello que concibe
todo lo bueno, malo. Hoy os digo
que aquello fue fragante, pues contigo
me sentía vivo, mi alma era libre.

Y fue pecado amarte, fue pecado,
oh si, dulce pecado que sostengo;
este amor que te di no fue discreto.

Oh si, me siento alegre aquí postrado
en esta cárcel que por loco os tengo;
pues no supe guardar este secreto.

Soneto frente al mar


Soneto frente al mar

Mirad el mar azul allá a lo lejos,
mirad sus olas lamiendo la orilla.
El sol ardiente en el poniente brilla,
se desvanecen sus tenues reflejos.

Mirad aquellos caracoles viejos,
van quedito por la arena amarilla.
Mirad retozan, allá, entre la arcilla,
niños alegres con unos cangrejos.

Oh, que tarde tan hermosa ha sido esta,
sereno el viento baila con las palmas.


Jamás olvidaré este hermoso viaje;
nada ha sido más lindo que esta puesta...
Puedo decir que endulza aquellas almas
que se embelesan ante tal paisaje.

Yo quede embelesado.
Juro que volveré a este lugar:
a este sol, a este viento, a este mar.

Soneto al viejo corazón abandonado


Soneto al viejo corazón abandonado

Del norte hacia el sur marcha un corazón:
lánguido, triste, viejo, acongojado;
buscando la muerte desesperado,
el tiempo ha apagado su ilusión...

Viaja con desdén, no tiene razón...
Está destruido, con el cuerpo hinchado.
Solloza, blasfema, enfermo, abismado:
le grita a Dios, pidiendo compasión...

Qué triste tu historia, siempre has estado:
funesto, cansado, cavando tu huerto
en un cementerio sin fe y sin suerte;
triste tu pesar, solo, abandonado.

Pero llegó el día, ese día incierto
que desconocía, y llegó la muerte:

Eres libre mi viejo...
Duerme en ese ensueño, escapa del mundo;
descansa en paz en tu sueño profundo.

Así es el amor


Así es el amor

Como una primavera que ya tiene su fecha,
ya tiene su tiempo fijo, su hora y su destino:
así llega el amor cruzándose en tu camino;
es cuando un niño lanza al azar en ti su flecha.

Es cuando el alma siente su sangre satisfecha
al embriagar su mente con este extraño vino,
es soñar que descansas en elegante lino...
Es sentir que revienta de alegría tu pecho.

Así es el amor, hay muchos que ignoramos eso,
es sentir que tu cuerpo se eleva al azul cielo:
con sólo una palabra, con sólo una mirada.

Es sentir la ternura en la primicia de un beso
y agrupar en tu espíritu ese gozo, ese anhelo,
es exclamar al mundo tu amor sin decir nada.

Es una primavera, un otoño, un invierno,
así es el amor, vive por siempre, es eterno.

Soneto lloviendo por ella


Soneto lloviendo por ella 

Lejana tu presencia y tu fragancia;
veo llorar la tarde en mi ventana,
veo como anochece en mi mañana,
como a cántaros llueve tu distancia.

Tu sonrisa me llega hasta mi instancia
y siento que acaricia mi desgana,
y oigo tu voz a modo de campana,
empero, es sólo el viento y su jactancia.

Y todavía llueve en este día;
se caen las estrellas como el trigo,
el pecho cruje y llora el alma mía.

Y yo queriendo estar junto contigo,
y tú, que estás lejana todavía
no quieres regresar aquí conmigo.

Soneto atardeciendo en el mar


Soneto atardeciendo en el mar 

La tarde oscurece, cantan 
las olas,
el mar bravío juega su vaivén,
chillan las aves felices también
y el astro muere en el poniente a solas.

Se acerca la noche y las amapolas
brillan con su color en el edén.
Más, mi alma se sumerge en un desdén
pues, qué melancólicas son las horas.

Muere la tarde y su melancolía
embriaga mi vida con su dulzura
y plasma un verso tétrico en mi boca.

Empero, siento que ésta tarde es mía:
su canto, su paisaje y su locura;
prenden amor en mí que el cielo evoca.

Muere la dulce tarde,
este loco atardecer sutil, amargo,
hace abismar mi ser en su letargo.

Soneto al sueño de amor


Soneto al sueño de amor

Yo soñé con tu amor y con un beso,
soñé que eras la clara agua del río;
soñé que tú me amabas y era mío
tu cándido fulgor y tu embeleso...

Entonces, en ese sueño travieso
soñé que tu figura era el estío
donde invernó mi cuerpo del cruel frío
y donde me sacié de ti en exceso.

Y prendí dos estrellas en el cielo,
y volé por un mar dulce y fragante,
y palpe el paraíso y su fulgor.

Aprendí que era dulce aquel anhelo,
comprendí que se puede ser amante
si se quiere y se sueña con amor.

Yo soñé con tu amor
mi dulce amiga, contigo soñé,
aquel sueño do de ti me enamoré.

Soneto fogoso


Soneto fogoso

Mírame fijamente musa hermosa,
¡Mírame!, Que mi amor ya se desviste
de su bello fulgor. Feliz se viste
con tu manto sutil mi bella rosa.

Mírame a los ojos muy cautelosa
y siente la pasión que tú me diste,
siente mi fuego amor. Sigue, persiste,
que ya caigo ante tu llama fogosa.

Mírame amor, no mires otro mundo,
tu mundo seré yo en este momento
pues yo te amaré con mi amor profundo,
te haré subir de pronto al firmamento.

Lléname de ti, de tu amor rotundo,
y embriaga mi alma de tu sentimiento.

Décimas a mi tierra


Décimas a mi tierra

Qué bonito es despertar
ante un bello amanecer,
al lado de una mujer
dulce y fresca como el mar.
Aprender lo que es soñar,
entender lo que es querer.
Perfumarse de ese ser
que te prende aquel anhelo
que te hace palpar el cielo
y el infierno conocer.

Qué lindo es abrir los ojos
y ver el alba primera
bañando la primavera:
presumiendo sus antojos.
Mirar los albores rojos
que dibuja la llanura:
inmensurable ternura
vestida de sutileza,
desbordando gran belleza
en tu vida con dulzura.

Qué bonito es despertar
y escuchar lo cantos leves
que hacen las aves; que breves
se paran a descansar...
Oír el llano cantar
su silencio prematuro,
oír el gallo, el anuro,
el cerdo, el alcaraván;
y ver los rayos que van
desvaneciendo lo oscuro.

Qué bonito es presenciar
el sol allá en el poniente,
ver que se anida en la gente
su esencia crepuscular.
De alegría suspirar;
de modo de que la vida
sea esa fuente perdida
que todos quieren tomar.
Qué bonito es despertar
en esta tierra querida.

Quédate siempre junto a mí


Quédate siempre junto a mí

Amada no te vayas
tengo tu nombre en mi pecho,
no te marches tan pronto
mira que yo te quiero.


No abandones mi presencia
de rodillas te lo ruego,
dame tu amor y luego
recuéstate en mi pecho.


Que no suene aquel eco
sutil y taciturno
que da el reloj mendigo.

Paremos ese tiempo,
no quiero que te vayas,
si te vas yo me muero.

Lloverá desde adentro
si tú me dejas solo.
Quédate siempre junto a mí,

eso quiero eso añoro.

Duerme conmigo mi amada,
duerme conmigo en silencio.

No vayas esta noche,
si te vas yo me muero.

Que no pase la vida


Que no pase la vida

Que no pase la vida sin que llores,
sin sentir la alegría de querer,
sin saltar a un abismo y conocer
el miedo de querer a dos amores.

Que no pase la vida sin que añores
ese amor lejano, que quieres ver...
Sin que entiendas, y puedas aprender
que a veces las tormentas traen flores.

Que no pase la vida, que no pase,
que anide en tus entrañas su fulgor
y sientas tu figura renacida;
y enciendas esa llama que en ti yace
aquella fragua dulce del amor
que nos hace cantar de fe a la vida.

Que no pase la vida,
que sea aquella eterna dulce estrella,
que haga gritar a tu alma -la vida es bella-.

Soneto a la sirena encantadora


Soneto a la sirena encantadora

Sucumbirá a tu amor, si así decides;
tu amor será la soga que amordaza
al pobre joven, loco, enamorado:
juzgado por tu dulce piel sirena.


El teme apresurar su precoz suerte,
pero tu lozanía lo consume;
y en el abismo de una dulce rosa:
absorto, embelesado, ve su muerte.


La efímera mirada en su hoz augura
un fin, ya presidido por su afán
de contemplar un cielo y su hermosura;
sin embargo, se lanza al precipicio,
y aunque ha perdido todo por amor,
él presencio el infierno y su fulgor.

Soneto en tu mar


Soneto en tu mar

Hay veces que renazco en tu figura
al contemplar tus senos de azucenas;
en el edén de tu hermosura plasmo
mis versos: lirios frescos, primavera.

Yo surco el más profundo sentimiento
para encontrar un verso para ti,
y nada se parece a tu hermosura:
ni la estrella, el estero, ni el sin fin.

Empero, tu sonrisa me predice
un piélago nocturno con la luna
donde nada es más bello que nosotros.
Y allí, en el sendero de tu hondo mar
renace de tu cuerpo aquel vaivén
donde me pierdo como un colibrí.