viernes, 15 de agosto de 2014
Versos a la desconocida
Versos a la desconocida
Juntos a la deriva un día navegamos
en un mar sereno y una noche fría.
Sus labios sus besos no negaron.
Tu albor y tus caricias fueron mías.
Usted, mi dama, mi embeleso,
viajó feliz conmigo por el mundo.
Su pócima fragante fue su beso,
hizo perderme por el cielo en un segundo.
Usted prendió en mí una llamarada
con su fulgor mi cuerpo lo estremeció,
una palabra, un beso, una mirada,
eso basto... y entonces todo ardió.
Mi dama, mi dulce compañera,
usted que no la nombro en mi versar,
fue una fresca melodía mañanera.
Usted hizo mi cuerpo tiritar.
Yo la amé con cierta demasía
con el delirio innato del amor.
Como una fiera se entrego aquel día
a este caballero que la amo.
Usted, que no la nombro, sólo a usted
van estos versos, amante desconocida.
Aun sigo rendido a su merced
porque contigo se me fue la vida.
Usted, que no la nombro porque la pierdo...
dejo en mi pensamiento su ceniza,
y cabe recalcar que su recuerdo
a veces llega fresco con la brisa.
Ahora viajo solo a la deriva;
juro que no podré olvidar su voz,
fuimos amantes, dos locos entregados
a una pasión, un beso y un adiós.
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