Elegía de la vida
Yo sé que estás lejana mi tentadora amante,
y quizá en tu aposento leve llueve también,
y estés en la ventana con tu triste semblante
murmurando un desdén.
Y acaso tu mirada se centre en el ocaso,
y absorta, y silenciosa, con intenso furor...
rasguñes el lozano exterior de tu brazo
al recordar mi amor...
Y esperes a la noche para ver las estrellas
para mirar aquella que un día yo te dí,
y recuerdes acaso aquellas noches bellas
que viví junto a ti.
Tal vez alguna tarde melancólicamente
me confundas con alguien que a tu lado pasó,
pero al tomar su hombro, y al divisar su frente
sepas que no soy yo.
Y así será tu vida... Te agobiaran los años.
Te sentirás tan sola, aquellas noches mudas...
Escucharas mi voz, en la voz de un extraño
que quizás ni saludas.
Así será tu vida, mi amada, tan lejana…
Y quizá ya no esperes que la tarde marchite.
Y no sientas las ganas de mirar el ocaso.
Y aún estés tan triste postrada en tu ventana
mirando como cae el rocío en el pasto.
Y así pasen los días de lúgubre letargo;
hasta que una mañana te mires al espejo,
sea tu rostro triste, y tu pelo tan largo;
y llueva como hoy llueve, con afán tan amargo…
y tú y yo estemos viejos.
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