lunes, 21 de julio de 2014
Poema VII
Poema VII
Morir en esta vida o en otra vida acaso,
en las mismas orillas que te vieron nacer,
en la nupcial esencia, bella de una mujer,
o en el fugaz relámpago que produce un ocaso.
Morir en esta vida inadvertidamente,
sin saber para entonces ni el cómo, ni el por qué,
después rendir los brazos y desesperadamente
sollozar con el alma por aquel que se fue.
Morir en esta vida con los ojos abiertos,
con esos sueños mustios que nos saben a hiel;
amor, morir acaso con los ojos cubiertos
y no ver que la muerte me lleva hacia su ser.
Morir de esa tristeza que da una despedida:
sin un beso, un abrazo, o siquiera un adiós,
y decidir entonces morir en esta vida,
en está vida amarga que causamos los dos.
Decir alguna noche: qué triste es esta vida...
Dios mío, ay qué triste... y rendir tu cabeza.
Aprender que la vida es como el agua caída...
como una hoja seca que se va y no regresa.
Morir en esta vida es tan fácil amigo,
es aprender tal vez que no existe un dolor
más hondo, más profundo, que el de no estar contigo
y no sentir tu amor, y no tener tu amor.
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