Poema a la ausente

Poema a la ausente

I

Yo la quería tanto... la quería,
no quise nunca a otra como a ella.
Era entre tantas rosas la más bella,
entre tantas mujeres era mía.

Tal vez porque me dio su rebeldía
y de sus ojos me ofreció una estrella;
tal vez porque se fue la noche aquella...
la quiero y la venero todavía.

Ella me dio su vida y su semblante,
su sonrisa, sus gestos, su esplendor.
Ella me dio de todo en un instante,
un cielo, algún ocaso, algún fulgor.
Ella, la más bonita y dulce amante,
la que se llevo todo con su amor.

II

Puedo jurar que la quería tanto.
La quise y la querré quizás por siempre.
Mi mente la recuerda y entra en llanto,
mi alma se sumerge en cruel cimiente.

Ella me cubre en todo con su manto,
en el instante alegre; o tristemente
en ese instante aciago, en ese espanto
de sentir su figura tan ausente.

Es cierto que se fue la noche aquella,
la noche de silencio en demasía,
es cierto que era hermosa y que era bella
y que entre tantas rosas era mía.
Es cierto que la quise solo a ella.
Yo la quería tanto... la quería.

III

Pero en mi pecho me dejo la ausencia
amarga y desdichada de un rosa,
la espina consumada y dolorosa
de su sutil fragancia y su presencia.

Ella dejo su magia... y esa esencia
plasmada en cada tarde primorosa.
Y creo que te veo mariposa
volar en el portal de mi inocencia.

Pero todo es ficticio, es fantasía.
Y me gusta vivir en ese mundo
donde suelo pensar que aún eres mía.

Pero lejos tú vas, en otro rumbo...
Mientras tanto yo aquí en mi mar profundo
me pregunto si me amas todavía...