Poema para la remota amante
No fuiste el último amor, ni tampoco el primero.
Ni fuiste el primer beso que en mi vida yo di...
Una noche de invierno, tú te entregaste a mí,
de tu amor tan rotundo me sentí prisionero.
Yo tejía un ensueño de honesto caballero...
Tú pintabas auroras con sutil frenesí.
Yo deshile los bordes de tu blusa... y caí
en ese intenso fulgor de esplendido lucero.
Eras aquella lumbre de inspiradora estrella
que atravesó mi vida para hacerla más bella.
Eras aquel invierno que se impregno en mi vida,
yo me bañe de el, bebí en su fruta prohibida...
Ahora el recuerdo de ella... tétrico, me acompaña,
y donde quiera que voy me pregunto si me extraña.
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