viernes, 25 de julio de 2014
Por la vereda de aquel camino
Por la vereda de aquel camino
Era en el paso de aquel camino,
donde los ecos de un remolino
me hizo acordarme de tu mirada.
Yo no llame...no, no dije nada;
pero en la llama de un feroz día
con el silencio de una alegría
fui por ti amada y un nuevo beso.
Tú no contabas con mi regreso,
yo no sabía si me esperabas,
si aún querías que regresara.
Pero volví con mi semblante,
con esa pena de un loco amante
que lo descubren en la pasión...
Volví mi amada a pedir perdón
como un cachorro triste y perdido,
yo no sabia si te habías ido,
pero volví, con la esperanza
de ver tu rostro. Con la añoranza
que un niño tiene al ver el cielo.
Volví mi amada con ese anhelo
con esas ansias que aún quisieras
mirar nacer mil primaveras.
Y allí estabas, en la alameda,
tu piel lozana, tu voz de seda
y esa mirada dulce de estrella,
y esa figura, diosa tan bella.
Así corrías hasta mis brazos
sentí anudados aquellos lazos...
sentí tus labios como un rocío,
sentí tu amor: tierno, tan mío.
Fue una canción para nosotros
esas sonrisas plasmada en otros.
Y fue perfecto, y nuevamente
sentí tan mío tu amor silente.
Y fuimos juntos, paso tras paso
mano con mano, brazo con brazo
por la vereda de aquel camino.
Feliz cantaba aquel remolino,
alegremente cantaba el viento,
y fue perfecto aquel momento...
Suave rozaba tu piel la brisa,
y tras el beso... tras la sonrisa
que con tus besos tu me arrancabas,
tú me dijiste con dulce tono:
al fin volviste mi dulce amado,
me alegra mucho que regresaras.
Fue celestial aquel instante,
fue tan sublime, fue tan divino;
nos alejamos... mi dulce amante,
por la vereda de aquel camino.
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